Para nadie es secreto lo movida que ha estado la política en Venezuela en estos días, y el que no lo sepa, que se de una vueltica por aquí, para que se ponga al día. Por mi parte aún estoy borracha de victoria electoral, a pesar de ellos, a pesar de sus amenazas. Creo que pocas veces he salido a la calle dispuesta a hacer las compras navideñas con tanta determinación, con tanta emoción, con el mismo ímpetu con que salimos a comprar velas y comida para abastecernos por si "algo sucedía"; con esa misma disposición nos lanzamos a la calle de compras para celebrar las fiestas que se avecinan. No dispongo de mucho tiempo y sé que después de todo, esto no dura más de quince días. Pero este año particularmente quiero celebrar. Mi acostumbrado balance es positivo. La navidad sigue siendo la navidad que conozco desde siempre, con todo lo que me gusta y lo que no me gusta de ella. Recuerdo que antes solía molestarme más; en ese tiempo en que pretendí alejarme de todo lo que oliera a navidad. Puro mercadeo, me decía. La navidad en Venezuela este año está salpicada de la angustia que produjo el referendo constitucional y las posteriores amenazas del jefe de Estado de que él (así, porque le dá la gana) igual va a imponer lo que le parezca de su propuesta de constitución. Sin embargo hay que celebrar, parece que nos decimos los venezolanos. No sólo el triunfo del No. Hay que celebrar la vida en un país que tiene uno de los más altos índices de violencia en el mundo. Hay que celebrar una navidad más de vida, hay que celebrar antes de la reconversión monetaria y de la inflación que esperamos para el año que viene.
Hay que celebrar las buenas noticias (que las hay), esas que ocupan poco centimetraje en la prensa, pero que ni siquiera las más grandes vulgaridades logran opacar.
Esta navidad voy a celebrar la mención que acaba de obtener Pedro Enrique Rodríguez en el Concurso Internacional de Cuentos Juan Rulfo, orgullo por partida doble, el único venezolano que estuvo en la pelea (entre 5500 cuentos participantes) y un muy querido amigo. De esos que se aprecian profundamente aunque casi no se vean en persona. Voy a celebrar El premio que obtuvo la escritora Krina Ber en el Concurso de Cuentos de Sacven. Krina es de esas personas que se van ganando el respeto de los lectores como debe ser, con trabajo sostenido. Y por supuesto, voy a celebrar El amor en tres platos, una recopilación de cuentos de Héctor Torres, que acaba de publicar la Editorial Equinoccio. Una edición muy bien cuidada y muy bonita. Y por si fuera poco, con Héctor también, voy a celebrar las pruebas de galera que se encuentan sobre nuestro escritorio. Las pruebas de el libro que se publicará el año que viene. A celebrar entonces, los pocos días que dura la navidad. A pesar de las amenazas y y de lo que se avecina, a pesar de ellos.
Me uno a la celebración
UN ABRAZO A LOS DOS
FELIZ NAVIDAD
jajjajaaa FELIZ AÑO NUEVO alguno habrá q no podrá celebrarlo.
un abrazo muy grande.me alegra tanto..
un beso.
Apreciada Lennis, grato leerte como siempre. No queda más que meterme de arrocero y todo en la celebración. Un gran abrazo para ti y al amigo Héctor.
Que buena noticia de la Pedro y sus logros, así como la del resto de tus amigos. Ciertamente es para levantar la copa con ánimos y a pesar de algunas realidades. El otro día, un colega me decía que tenemos que construir pequeñas guarimbas psicológicas a todo lo que está ocurriendo y que nos corroe el ánima. ¡Vaya guarimba buena las noticias que colocas en tu post! Celebremos, refugiados en nuestras pequeñas dichas, la llegada del próximo y valiente año.
Un abrazo y todo lo mejor para ti en el 08.
C
Bueno, pues entonces a celebrar pero por partida doble, pues me he acercado también para desearte muchas felicidades en el año nuevo y que esté colmado de salud y éxitos
Lennis: gracias por el lindo comentario.
Yo también estoy muy contento con las buenas noticias que tienen que ver con Héctor.
Un abrazo.