Llevaba ya un rato llorando cuando mi tía llegó a la casa. Se asustó, yo estaba sola y en lugar de hacer las tareas del colegio estaba llorando. Se lanzó sobre mi y me abrazó mientras me preguntaba qué me había sucedido. ¿Estas sola?, preguntaba, ¿vino alguien?, ¿qué te hicieron? Yo no respondía, sólo lloraba y negaba con un movimiento de cabeza (no, no es nada de lo que estás pensando tía, ningún desconocido me ha atacado). ¿Vino el dueño de la casa y te dijo algo?, otro movimiento de cabeza (no, el viejo sapo, como solía decirle a nuestro casero panzón, no había ido ese día a molestar con lo del desalojo de la casa). ¿Qué te pasó? volvió a preguntar con la voz alterada. Yo respiré y traté de calmarme miestras le decía, al mismo tiempo que volvía a llorar:
-¡Es que le cortaron el pie!
-¿Qué?
-¡A Kunta le cortaron el pie! -mostrando el libro que tenía en la mano.
-¿Y tú estás llorando así por un libro, muchacha pendeja?
Sí, lloraba por un libro. Por Raíces, de Alex Haley, específicamente. Aún estaba en sexto grado cuando leí el Best seller del escritor estadounidense. Ningún libro me había hecho llorar tanto hasta entonces, y pocas anécdotas con mi tía me ha hecho reir como esta. Una buena razón para que este también califique para mi lista de libros inolvidables.
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La imagen pertenece a la miniserie grabada en 1977, basada en este libro. Casualmente, es la misma que ilustraba la portada del ejemplar que leí.
Bueno, como siempre con tus cosas que atrapan… Qué injusto cuando le dicen a uno «estás así» o «lloras por esa pendejada?????». Pero viviste ese libro como nadie. Saludos….
Bello relato. Así como escribir novelas es saber vivir vidas ajenas, llorar al leer un libro es prueba de sensibilidad, y de capacidad de revivir lo leído.
J.L.: Mi tía (la de esta anécdota), es dueña de una de esas «almas sencillas» como las llamó Julio Gramendia y siempre recuerda esa tarde con mucho cariño, aunque para ella, la verdad, es bastante incomprensible lo que me pasó con el libro. Más aún si tomamos en cuenta que yo tenía doce años.
Eduardo: Eso precisamente es lo que más me gusta de leer, la posibilidad de revivir a esas vidas.
es lo bonito de los libros.ese meterte en la historia.
yo recuerdo aquella serie de tv.no leí el libro..creo q una pena.
abrazos.
Me encanta como relatas los eventos, con este cuento tenía los nervios de punta, y ante el desenlace, pues que más sino una sonrisa.
Como no Raíces creo que marcó a más de una generación, yo me cuento entre ellos.
Un abrazo.
Manolito: afortunadamente leí el libro, porque sé que la serie la transmitieron acá en Venezuela, sin embargo yo no tuve la suerte de verla, porque para ese momento era una bebé. De hecho, las fotografías que he visto de esta, no se encajan con las imágenes que yo me hice a partir del libro.
Besos
Miguel: Gracias. Realmente es un halago, pues aunque uno escriba sin pretenciones es agradable saber que se logró el cometido.
Me alegra saber que tú también disfrutaste con Raíces.
Besos
bueno, no he leido el libro pero conozco la serie
y la historia de haley rastreando su arbol geneaologico
es poco mas que una epopeya, saludos desde colombia