«Se cortasse o cabelo e mudasse o nariz»
Os paralamas do sucesso
Es fácil. Se toma un envase de pintura de cualquier color. Tome, por ejemplo, uno naranja. Hunda la brocha. Pero no toda, porque esto haría que se escurriese luego por el mango hasta llegar a su mano, y dejaría de ser gracioso. Así que húndala sólo un poco, apenas una cuarta parte de las cerdas (porque la brocha debe ser de cerdas). Ahora deslícela por la pared, suave, de arriba hacia abajo, otra vez hacia arriba y hacia abajo. Y así, dirigiéndola con cada movimiento un poco hacia la derecha (si no, se quedará repasando el mismo sitio). Cuando haya agotado la pintura que tenía en la brocha, vuélvala a mojar en la pintura y continúe, hasta terminar la pared o paredes que quiera cambiar de color. Puede resultar relajante y hasta divertido ver los surcos que dejan las cerdas de la brocha en la pared. Es emocionante ver cómo se produce el cambio de color, como se pierden todas las manchas bajo un color nuevo y brillante. Se recomienda una segunda mano de pintura para cubrir las imperfecciones de la primera pasada. Pero debe tener cuidado, puede pasar que incluso usted se entusiasme y quiera cambiar de color. Puede querer cambiar el color de su personalidad, puede que quiera cubrir las imperfecciones de su alma como cubre las de sus paredes, puede que llegue a sentir que sería fácil darse unos retoques o puede que sienta deseos de verse recubierto de un nuevo color. Uno más vivo, uno que oculte ese que ahora luce, ese del que se aburrió o que se decoloró por pasar tanto tiempo a la intemperie y terminó siendo otro distinto al inicial, uno en que usted ya no se reconoce.
Pero, repito, tenga cuidado. Usted no es una pared y puede terminar frustrado. Mejor no lo intente. Pruebe, para evitar posibles frustraciones, cambiar el color de su cabello, de su ropa, de sus ojos. Pruebe con su maquillaje, con sus uñas. Es lo mejor, para comenzar. Pruebe también hacer cambios de color con su blog. No es tan profundo como su alma, pero sí más que su ropa o cabellos. Después de todo, allí es donde va a parar una buena parte de lo que usted piensa. Y es casi tan grato como pintar la pared.
Intente empezar por allí, como yo, puede ser un buen comienzo.
a mí a veces vuelven a entrarme las ganas de cambiarme el color del cabello. pero el problema es que mi posición en ese asunto es que, si me lo voy a pintar, tiene que verse artificial, si no, no tiene gracia. y creo que ya estoy como muy grandecita para la gracia. además, con estos cabellos oscuros viene el problema de la decoloración continua y… noooo, gracias! por eso prefiero experimentar con las formas, con los largos y los cortos. cambiar de formas también es una aventura.
sin embargo, aunque no tan arriesgado como mi mente se ha dedicado a pensar (antes me daba por preguntarme muy seriamente por qué las pieles no podían ser de colores más divertidos: tonos de verde, de azul, de morado, o hasta con diseños: de bolitas, de corazones, con estampados de burbujitas y estrellas, por qué no glow-in-the-dark?), sí me gusta cambiar de colorcito al menos una vez al año. para eso, dejo que mi piel se blanquee durante casi todo el año (cosa que no es fácil cuando vives en maracaibo), para después, en arrebato de sol, me convierta en nucita. es divertido, hasta mi ánimo cambia cuando estoy bronceada 🙂
Excelente post,una vez más
Nunca imaginé que pudiera ser desestresante la descripción de cómo pintar una pared, tanto que me provoca salir corriendo a buscar un pote de pintura. Creo que la amenaza que me soltaron en la casa no lo será tanto ahora que lo veo así. Pensaré que pinto, y cambio, y un nuevo aire entrará por la ventana.