¿Cómo definir en pocas líneas todo lo que cabe en una vida? ¿Como tomar el compendio de cosas que me componen, exprimirlas y sacar la savia, el aceite esencial, lo que habita en mi metro cincuenta de estatura y mis escasos 45 kilos? Habría que empezar por decir que soy, basicamente, optimista. Que, incluso en medio del dolor, hay una frase repetida hasta el cansancio, un mantra, una cura de fe: Esto también pasará. Tal vez por eso me gusta tanto esa canción de Frank Quintero que recuerda que Todo pasará.
Valdría decir que me gusta comenzar el día con una sonrisa que sale sola, natural, abrazando al que duerme a mi lado todas las noches, suerte de padre y marido, árbol protector que me complementa, calor de mis caderas y ojos de mi espalda. Compañía perfecta. One good men, diría Janis.
Que soy empecinadamente romántica y mingona. Que mi cabeza es una rocola constante, que abarca a Mozart y a los Rolling Stones, y a Bethoven, a El Gran Combo y a Willy Colón, a Charly García, a Janis Joplin, a La Lupe, a Scorpions, a La ley, a Norah Jones, a Joan Manuel Serrat, a Bach, a Shakira, a La Sonora Matancera, a Phil Collins, a Los Pericos, a Simón Díaz, a Carlos Vives, a Aerosmith, a Ilan Chester, a UB40, a Miguel Ríos, a U2, al querido Manolo García y, por supuesto, al gran Fito Páez. Que en esa rocola cabe hasta lo que ya no escucho, trova cubana, por ejemplo. O esos secretos gustos de la adolescencia (esto ya es una oscura confesión) Chayane y Ricky Martin, por nombrar un par. O todas esas cosas que ofenden mis oídos: Vallenato llorón, reggeton, salsa erótica… Justo es admitir que tengo demasiada buena memoria y que vivo en una especie de vida de las canciones donde todo, todo eso, se mezcla sin compasión.
Debería declarar que los libros siempre me han hecho compañía. Que El viejo y el mar fue el primer libro que leí a los nueve años. Que de ahí en adelante conocí a muchos de mis compañeros de viaje, a Platero y a El principito, que me enseñaron acerca de la ternura; a Mowli, la sabiduría de la naturaleza; a Sandokan, el vivir en aventura; a Sherlock Holmes y al Padre Brown, el gusto por la literatura policial. A mis catorce años ya había leído a Poe, a Cortázar, a García Márquez, a Chesterton, a Salgari, a Rulfo, a Antonia Palacios, a Edmundo D Amicis, a Stevenson y a Eduardo Liendo, por nombrar a algunos. Intercalados (inventario es inventario) con unas cien novelitas rosa de Jazmin, Barbara Cartland y Corín Tellado, que tomaba prestadas de la inmensa colección de mi tía.
Habría que confesar que me declaro admiradora de Vargas Llosa, de Camus, de Kipling, de Bolaño, de los recientemente descubiertos Paul Auster y Jhumpa Lahiri. Y qué Cortázar es un viejo amor, al que vuelvo ya muy de vez en cuando.
Tendría que contar que me he estado haciendo de recuerdos durante toda la vida, de vivencias, para descubrir que lo que más me importa, que mis motivaciones mayores, llegaron a mí hace apenas seis y dos años, y como música suenan Ariadna y Rodrigo. No sé por qué me extraña que sea así, después de todo, siempre, incluso antes de que llegaran, he llorado escuchando Duerme mi tripón, de Otilio Galíndez, o Tierra de duendes, de Frank Quintero, y por supuesto Tears in heaven, de Eric Clapton. Que soy capaz de dejar de dormir noches enteras si ellos me necesitan. Y que todo bebé ha merecido al menos un gesto de ternura de mi parte.
Vale escribir que crecí cuidando hermanitos que me enseñaron a ser madre de mis propios hijos. Destacar que durante mucho tiempo extrañé al ausente, aquel que debía ser héroe de mi niñez y modelo de hombre para mi vida adulta. Que a veces extraño el olor y el calor de aquella que cantaba Es mi niña bonita, mientras me abrazaba, la que me enseñó el amor por los libros, aquella de la que ahora me separan más los kilómetros del ajetreo diario, algunas posiciones ante la vida y la dejadez, que los kilómetros de distancia.
Y por supuesto, no puedo dejar de contar que desde hace años aposté mi vida a Internet. Que creo en la red desde hace mucho. Y era parte de mi vida cuando para la mayoría de los venezolanos era una abstracción. Cada vez que tecleo la dirección de nuestros proyectos me cuesta creer que también me pertenecen. Que el trabajo hecho con Ficción Breve y Ficción Breve Libros me enorgullecen casi tanto como mis niños.
Que es tal vez por esa reincidente manía humana de contar aniversarios, que me encuentro haciendo esta confesión de vida. Especie de inventario que arroja balance positivo. Todo, la vida me ha dado todo, canta La Lupe. Y yo, debería entonces termirar cantando como Mercedes Sosa, Gracias a la vida que me ha dado tanto, y complementar como Santa Rosa, Pues yo sólo soy, la suma de todo lo que he pasado. Esto, para ser consecuente con esa rocola que no me deja en paz.
Este blog, a partir de hoy, 23 de marzo, lo escribe una feliz treintañera.
Qué lindo, Lennis.
Me da algo de pena que sea hoy 26 cuando al fin encuentro el tiempo para leer completo este hermoso post. Un abrazo muy afectuoso para ti.
(Espero que pronto pase, de virtual, a real, si es que acaso aplica el forzado antónimo que, en el fondo, no es tal).
Ah, por cierto: qué gusto ver en tu lista a Jhumpa Lahiri.
Otro abrazo.
Gracias, Rodrigo! Lo lindo es que a lectores que aprecio y admiro como tú, les haya gustado mi inventario treintañero. Honestamente estuve algo conflictuada, desde que concienticé que se acercaba la funesta fecha. Pero luego de muchas horas de reflexión, descubrí que no me siento distinta de hace una semana y que me siento muy feliz en este moomento de mi vida.
Gracias por leerme, querido.
Besos
Me has emocionado Lennis, con estas vivencias. Tan joven y aon tanto mundo literario y afectivo andado. Eres una gran cronista y espero continuar leyendo tus escritos. Amiga,
Carmen Cristina Wolf
Moltes felicitats!!!
Carmen Cristina: Gracias por tan hermosas y alentadoras palabras, me alegra mucho contarte entre mis lectores.
Subal: Gracias por tu visita y tus buenos deseos.
me gusto aunque me falto leerte mas.
Qué terrible que recién sea hoy que lea este post traspapelado… ¿ya es muy tarde para desearte un año mejor que el anterior? ¿será atemporal decir que me encantó tú inventario? Me recordaste a mi la semana pasada cumpliendo la misma edad 🙂