Viernes. Luego de dos horas en el automercado llego a la entrada del edificio, precedida por el muchacho del carrito con las bolsas, donde él me estaba esperando.
-Te tardaste -me dice con una sonrisa.
-Viernes, seis de la tarde, ayer fue quincena, y hoy había azúcar -es todo lo que respondo, y le basta para saber en donde se quedó mi buen humor.
Luego del informe detallado de lo que faltó en las compras y con una cerveza en la mano concluyo que "será el lunes que busque en otro sitio todo lo que no conseguí" después de todo "hoy es viernes, y estamos todos juntos en casa. Suficiente motivo para recuperar el buen ánimo".
Domingo. Mega Mercal en la avenida bolívar, con gran asistencia del electorado de la revolución del siglo XXI. Precios de subsidio petrolero en carpas militares.
Lunes. No había tanta gente en el otro automercado, pero tampoco había tanta variedad en carnes, ni en granos. No digo ya caraotas negras, que hace meses desaparecieron de mi cocina, sino lentejas, arvejas y esas cosas que le gustan a los niños (aún no conozco al primero que le gusten los garbanzos, por ejemplo).
Tarde del lunes. La charcutería de la panadería estaba bastante sola para ser las seis. Esa hora en la que mucha gente llega de su trabajo y pasa por donde consigue el mejor pan de la zona, el infaltable en las noches. La razón de tanta soledad: sólo había jamón, boloña y queso amarillo. Más nada.
Martes en la mañana. Tercer inetento fallido de conseguir granos y algunas carnes. Se rumora que en el mercado llegó la leche, pero creo que llegaré tarde.
Martes cerca de mediodía. Me encuentro escribiendo la bitácora del desabastecimiento en ¿Caracas? ¿aún no amanecemos en La Habana? Repaso mentalmente todo lo que he dejado de comprar a ver si recuerdo: granos, las caraotas negras hace meses que no las veo, ahora parece que también dejaré de ver las arvejas y las lentejas; quesos, hace una semana que no consigo paisa, ni palmito, ni requesón o ricota. Afortunadamente aún no desaparecen los quesos madurados. Sardinas. En cuanto a las carnes, desde el recien fijado nuevo precio he dejado de ver la pulpa negra, ganzo, chocozuela, muchacho, falda…
Martes a mediodía. En el noticiero de la televisión, citan las últimas declaraciones del presidente, ultimando detalles de su viaje a Argentina a encabezar los actos antiimperialistas, donde no dejó de adelantar parte de la descarga verbal que usará en el evento.
-¿Mamá qué vamos a comer?
-Escasez, mi amor, escasez -dije, tomando el control para apagar el televisor.
Lennis, qué duro darnos cuenta de esto así de a poquito.
Yo suscribo la teoría de que el desarrollo de los países se mide por el abastecimiento de sus supermercados. Quien opine que eso es burgués seguramente vive en el primer mundo, y si no, es incapaz de entender las nociones más elementales de economía (ergo, incapaz de manejar dinero, y por lo tanto, opinar al respecto)
Estoy absolutamente de acuerdo.
El fin de semana, en una reunión familiar en casa, alguien comentó lo del desabastecimiento y fue inevitable encadenarnos en el tema. Comenté que no se conseguía ni queso paisa y alguien me respondió: «Chama, pero compra mozzarela, que es igual». En el momento no tuve a mano las palabras exactas para decirle por qué no estaba de acuerdo, y ahora que leo tu comentario me parece estar más que clara con el asunto. No se trata de sustituir un producto por otro, porque algún día no habrá con qué sustituir. Es lo que tú dices, nuestro nivel de vida se ve desmejorado en la medida que dejamos de comprar algún producto o alguna marca. No es simple consumismo. Es el derecho que tengo de elegir lo que me parece mejor para mí y para mi familia. Es que nos estamos dejando de a poquito y tal vez cuando la mayoría despierte sea muy tarde.
Guardo una lista mental de cosas que me gustaría ver en un supermercado en Venezuela, al menos una vez. No porque pueda o quiera o me permita comprarlas, sino por un asunto de aspiración, de saber que están ahí para cuando uno tenga con qué.
Alguien podría argumentar que tener el derecho de entregarse al consumismo no es en realidad una libertad. Yo creo que esa idea es la expresión más sucinta del pensamiento pequeño burgués.
La libertad de vender el alma al sistema de producción que mejor te parezca debería ser elemental, inviolable. El que crea que tiene la potestad de decidir eso más allá de su familia inmediata es, como mínimo, un monstruo.
¿Será que alguna vez cambiaran en Venezuela las cosas, pero para bien? Este gobierno es pura política, propaganda y demagogia, mas nada. Saludos desde Holanda
Es como la bola de nieve que viene bajando desde la punta del risco… cada vez se vuelve mas grande y mas grande. Pero como que lo estamos viviendo en cámara lenta.
Creo que la salida opcional a todo esto es irse del país, cosa que no me agrada mucho ya que sé lo que un venezolano puede llegar a vivir en un país ajeno.
Es lamentable que el pueblo venezolano sea tan ignorante. Y que no se de cuenta de que cada vez mas nos estamos empobreciendo; hay más dinero del comun, pero que cosas! vemos cosas que antes no se veían. Yo jamás ví a mi padre quejarse de que no había dinero para tal o cual cosa. Hoy si lo veo…
Amanecerá y veremos, chicos… Soy muy nacionalista y no me quiero ir de mi país por insulsos idealistas políticos
Saludos y abrazos!
Katyca
ESCELENTE ENTRADA. Voy como un fantasma de mercado en mercado en mercado. Si seguimos así seremos zombies. Una especie de muertos vivientes buenos para nada. Sólo le pido a Dios que este desastre no me vuelva indiferente.
Abrazos.