Durante algunos días he releído minuciosamente dos textos de El compromiso. Me empeñaba en escoger uno que fuera perfecto. Perfecto para publicarlo acá. Lo que pasa es que no lograba decidirme, porque quería, que así como comenta Subal en el post anterior, el que lo leyera encontrara los paralelismos (o sospechosas coincidencias, ahora que educación y libertad de prensa son temas que están de moda en nuestro país) que pueden haber entre la Rusia de Dovlátov y la Venezuela de este momento. Al final he abandonado las pretenciones aleccionadoras de este post y me he decidido por uno la azar. Cualquier semejanza con un hecho real… bueno, ya saben lo que se dice en estos casos.
Aclaro el mecanismo de Dovlátov para escribir estos textos: arriba aparece una noticia escrita por él, y publicada en un díario soviético, más abajo una explicación de las circunstancias que rodearon dicha nota.
Compromiso Cuarto
Vespertino de Tallin. Octubre. 1974
EL ABECEDARIO ESTONIO
Un día de lluvia, con cuatro manos,
una gran fiera del bosque viene.
-¡Hola, holita! -la saludamos.
Y ella, educada, contesta: -Tere!
Y mientras habla, un haz de rayos
del cielo se asoma y la nube enciende.
El vespertino de Tallin se escribe en ruso, no en estonio, así que nos inventamos una nueva columna llamada «EL ABECEDARIO ESTONIO» para los lectores rusos más jóvenes. Yo me encargué de la primera que salió. Eran unos pocos versos que, como periodista cosmopolita, me merecían un secreto orgullo.
Me llama un instructor del Comité Central, Vanya Trull:
-¿Quié ha escrito esa fábula chovinista?
-¿Chovinista? ¿Por qué?
-Así que fuiste tú…
-Sí. ¿Qué ocurre?
-Aparece una gran fiera…
-¿Y?
-Y dice «¡Hola!» en estonio. ¿Qué impresión da esto? ¿Que los estonios son unas fieras? ¿Yo soy una fiera? ¿Acaso soy yo, instructor de Comité Central, una fiera?
-Es un cuento para niños; una fábula, como usted dice. Los versos van acompñados de una viñeta. Unos niños se encuentran con un oso. El oso tiene una cara amable y agradable. Es un personaje positivo.
-¿Por qué habla en estonio? Que hable la lengua de un país capitalista.
-No le entiendo.
-¿Y por qué tengo yo que explicárselo? Es evidente que a usted le falta madurez para escribir en un órgano del Partido. ¡Le falta madurez!
***
Unas horas más tarde aparece el redactor en jefe:
-El jurado le penaliza con dos puntos.
-¿Qué jurado?
-Ni se acuerda. El concurso continúa: a los mejores periodistas se les concederán premios; y a los mejores de todos se les concederán viajes a Occidente, a la RDA.
-Es lógico. Y al peor de todos ¿lo enviarán al este?
-¿Qué quiere decir?
-Nada, es una broma: Alemania oriental ¿es Occidente?
-¿Cuál es su opinión al respecto?
-Que para occidental, el Japón.
-Pero ¡qué dice! -se alarma Turonok.
-Quiero decir: en sentido ideológico.
Una nube de hastío infinito se cierne sobre Turonok:
-Con usted no hay quién hable, Dovlátov. recuerde que mi paciencia tiene un límite.
Hola Lennis, creo que había pasado por aquí antes. Eres otra compañera caminante. Me atrapó este relato. No conocía al autor. Espero que esa realidad no nos toque. Un abrazo.
Hola Kira. Qué gusto tenerte por acá!
Yo tampoco conocía a serguey Dovlátov sino hasta diciembre pasado. y como tú dices, ojalá que no nos toque esa realidad. Aunque la verdad, Venezuela se parece cada vez más a esos relatos.
Gracias por tu visita.
Escalofriante, Lennis. Brillantemente escalofriante. Tengo mucha curiosidad de leer a Dovlátov.
Un abrazo,
Mi querido Rodrigo. Sé que te gustaría mucho la literatura de Dovlátov. Y tienes razón, es brillantemente escalofriante. Lástima que por razones de extensión del texto no pude colgar uno que me parece más terrible en el contexto y a la vez más hermoso en la forma. Tal vez pronto postee aunque sea un fragmento.
Un abrazo