Carretera de recuerdos

A veces me pasa que alguna idea o alguna imagen o, incluso, sólo alguna frase, se apropia de mi cabeza y, por más que insista, no puedo sacarla. Y no me queda otro remedio que sucumbir. Hace un par de semanas sucumbí a las frases que me estaban rondando desde hace algún tienpo y así, como sin querer, metí en la búsqueda en Google: "Manolo García" y allí encontré al autor de esas frases que tanto me daban vueltas. Frases con música, "poesía hecha melodia" como dice en una de las páginas que visité.
A Manolo García lo escuché por primera vez cuando era el vocalista de El último de la fila y sonaba por radio y por todos lados Como un burro amarrado a la puerta del baile. Mi alma, que entonces era una adolescente, se hizo de una grabación de Astronomía Razonable que robó a alguien (y aún conserva) para poder escuchar a diario, con la intensidad que sólo sienten las almas adolescentes, esa voz con aires gitanos que la había cautivado.
Sólo eso y algunas piezas aisladas del disco La rebelión de los hombres rana era lo que tenía de esa voz. Y entonces alguien me dio la noticia: llegó la separación. La muerte natural de muchos grupos.
Manolo García continuó una carrera en solitario de la que yo supe algo menos que nada. En alguna oportunidad pude escuchar Nunca el tiempo es perdido, del disco con igual título, Pájaros de barro y Carbón y ramas secas de Arena en los bolsillos. Oportunidades que fueron pocas y obsequiadas por el azar. También en un par de ocasiones quise comprar algún disco, el que fuera, propósito que pospuse no sé por cual motivo (seguramente razones monetarias). Entonces me conformaba con poner, de cuando en cuando, mi vieja grabación, y recordaba aquellos tiempos en que usé Mar antiguo en su versión instrumental como fondo musical para el montaje de un poema de Quevedo, tarea de un taller de teatro.

Hace dos semanas que intento, con la intensidad de entonces, hacerme de una colección respetable de la música de Manolo. Tal vez no lo consiga. Pero internet me ha dado el gusto de escuchar muchas piezas que desconocía y que me parecen hermosas, incluyendo una joyita como lo es la versión de Insurrección cantada por Miguel Ríos y el mismo Manolo García en un concierto.
Además, tengo que decir que me agradó conseguir un página de "Manoleros" y darme cuenta de que, contrario a lo que creía, no soy la única que disfruta de este cantautor, que creí un gusto casi clandestino mío. Pero también tengo que admitir que yo, honestamente, por mi naturaleza, soy incapaz de militar en ningún club, ni asociación, ni nada parecido de fans o admiradores de nadie. Tal vez mi alma, que ya no es adolescente, llegó un poco tarde a reencontrarse con el español. Y tal vez, es posible que con estos días de mucho escuchar su música y con este post salde una deuda con aquella alma que se empeñaba en padecer, con diaria intensidad, la poesía de Manolo García.
La pintura, de Manolo, se llama El agua para los peces, 1997.

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