Tiene casi seis años, un hermanito pequeño y no le gusta la sopa, y hace un par de semanas (cuando la diplomacia patria semejaba una mosca golpeándose repetidas veces contra un cristal) durante un almuerzo le dijo a su papá: ¿sabes que quisiera saber, papi? ¿Qué mi nena?, preguntó él, ¿Quien ganó los puntos para la ONU entre Venezuela y Guatemala? Papá sonrió y le dijo Aún no ha ganado nadie, preciosa, come que se enfría. Bueno, entonces cuando gane alguien quiero saber quién fue, porque eso me parece muy interesante…
Por su parte, mamá ya ha tenido que explicarle en qué consisten las elecciones presidenciales, por quién va a votar y qué dicen las estadísticas sobre cuál candidato tiene el mayor porcentaje de la población a su favor.
Ya es común que en el trayecto de regreso a casa, luego de la escuela, la niña pregunte, mientras ve a los pequeños malabaristas de la Francisco de Miranda ¿Por qué hay niños que viven en la calle? ¿Y no hay nadie que pueda resolver eso? ¿Donde están sus padres? o que al caminar por Sabana Grande diga ¿Y estas personas por qué no buscan trabajo en otro sitio, mami? ¿Por qué tienen que pasar el día en la calle? Ya mamá tuvo que decirle que no hiciera comentarios en voz alta sobre los ranchos y las casitas que se ven desde el metro cuando pasa por Caño Amarillo, porque ya una vez comentó Esos son ranchos, ¿verdad? ¿y por qué la gente no tiene dinero para vivir mejor? Hace unos días en medio de un aguacero, mientras todos veían los árboles moverse y la fuerza del agua desde el balcón, ella soltó con un suspiro ¡Ay!, espero que no se le caiga su casa a ninguna persona, eso me pone muy triste.
Ha sido casi en vano pedirle que se ocupe de las cosas que deben ocuparse las niñas de su edad, ella siempre tienen una pregunta a la mano y ha sido difícil hacerle entender que todos, todos sin excepción, chavistas y "escuálidos", somos venezolanos ¿Y por qué las personas tienen que matarse entonces, si todos somos venezolanos? Y ni hablar del primer día en el preescolar: cuando llegó a a su casa y papá le preguntó cómo había estado el primer día, respondió Todo estuvo chevere papi, lo único malo fue que me enseñaron una cancioncita que no te va a gustar, ¿por qué, mi niña? Porque es una cancioncita chavista, ahhhh… ¿y qué cancioncita será esa? (cara de espanto por parte de papá) Una que dice Gloria al bravo pueblo, y esas cosas…
¿Cómo explicarle entonces que ese es el himno de todos los que nacimos en esta maltratada tierra?
A veces su mamá recuerda cuando leía con gusto a Mafalda, la otra, la de Quino, y suponía que sólo la niña del caricaturista podía tener esas preocupaciones en la vida. Ahora ya sabe que no, que vive con una Mafalda, y aunque ella no quiere parecerse a Raquel, ni tomar Nervocalm tras cada pregunta de su nena, a veces no sabe qué contestar a la que no quiere confundir, a la que no quiere preocupar, a la que quisiera que solamente se pareciera a la otra (la de Quino) en eso de que tampoco le gusta la sopa.
Linkee este espacio porque me hizo recordar a la cancion de fito paez que hace unas semanas no me la podia quitar de la cabeza.
Esta lindo tu blog…
Saludos!!
Katyca!!!
Ahh… y muy tierno y complicado explicarle las cosas a una nina… Espero que sepas como hablarle las cosas sin que ella pierda las esperanzas de ver las cosas bonitas de la vida!!! (porque las hay!!)
Saludos (nuevamente)
Katyca
ay redunde… pero ya es tarde… comprendeme!! 🙂
Lastima que en nuestra tierra exista taaanto pero taaanto material para hacer crecer Mafaldas..ahh pero como seria venezolana segura estoy que los hervidos, sancochos y afines serìa su plato preferido¡¡
Katyca: Gracias por el piropo para mi blog. 😉 La verdad es que las canciones de Fito suelen ser persistentes a la hora de quedarse dentro de uno. Y sí, también nos aseguramos de que la pequeña de la que hablo disfrute de las cosas hermosas de la vida, en eso estamos siempre.
Consuelo: Estoy segura que algo especial debe salir de tanta Mafaldita que tenemos ultimamente por estos lados, también estoy convencida de que las crisis sirven para fortalecer el espíritu. Y por cierto, a mi Mafalda ni el mejor de los sancochos la anima. Ella, como la otra, es de convicciones firmes.