Desde hace algunos años la avenida en la que vivo ha sufrido una acelerada transformación. Como casi toda Caracas se ha convertido, indeteniblemente, en un mercado gigantesco. Insoportable. Con las aceras llenas de fruteros, verduleros, relojeros, pincheros, parrilleros, manicuristas, ciditeros, telefoneras… !Basta! me da calor sólo intentar enumerar tan inmensa fauna. Fue por esta razón y atendiendo a lo que para mi es un asunto de conciencia ciudadana que un día me dije: Si me molestan los buhoneros porque afean mi ya devaluada avenida, ¿por qué voy a comprar la mercancía que venden? ¿No es eso contribuir a que sigan proliferando y expandiéndose como una plaga? Así que puse fin a eso desde hace bastante tiempo. Tanto, que ahora me avergüenzo, incluso, al recordar que en algún momento me pareció normal que las calles fueran de ellos.
Pero no voy a hacer aquí un estudio sobre la buhonería. Otras personas más serias y más informadas que yo han escrito cosas excelentes sobre lo que significan los vendedores informales para nuestras ciudades. Lo que pasa es que no puedo dejar de pensar en los buhoneros desde que este viernes pasado tuve que sacar mi cédula en un puesto ambulante de la Onidex, traicionando mis convicciones. ¿Que cómo así? Simple. Hace unos seis meses, en un viaje al interior perdí la que con tanto esfuerzo saqué en un "operativo" (aún recuerdo las cuatro horas de pie), en la mismísima Universidad Bolivariana.
Tal vez deba aclarar, para aquellos que no están en Venezuela, que antes quien necesitaba tramitar su cédula de identidad, como en cualquier parte del mundo, iba a una oficina con su horario de atención al público (a veces abrían tarde, es verdad), sillas (a veces insuficientes, es verdad), aire acondicionado (a veces dañado, es verdad) para sacar el mentado documento de identidad, y lo atendían empleados públicos (fastidiados, malhumorados y hasta groseros, también es verdad). Pero el trámite se realizaba en una oficina -es decir, en un local techado y acondicionado- y pasado un tiempo, más o menos largo, retirabas tu documento y ya. Pero ahora no, desde que Venezuela es de todos, todo lo que estaba constituido y en funcionamiento ha sido reemplazado por esa farsa que son las misiones. Y entonces, la pobre distraida que olvidó guardar su cédula en un bus de regreso a Caracas, tuvo que "cazar" un puesto de la Misión Identidad. Ya no funcionan más las oficinas creadas para esto, lo que se impone es la buhonería.
Explico el procedimiento: Se hace una larga cola, de pie, bajo el sol en la Plaza El Indio, por ejemplo, para que en unos tarantines con toldos rojos (no faltaba más), te atiendan los mismos empleados publicos (fastidiados, malhumorados y hasta groseros) y te den una cédula impresa en un papel que cualquiera escanea e imprime y falsifica. Y si por casualidad preguntas cuándo puedes volver "porque ahora hay mucha gente", simplemente te responden "no sé mi amol, porque nosotros vamos pa donde nos manden", agregando, si están de humor, "tienes que está pendiente y buscá donde haya un operativo". Un trato digno, le llaman aquellos. Sé de un chico de once años, muy cercano a mi, que para sacar la cédula por primera vez tuvo que ir con su papá a un operativo en Petare, que queda muy lejos de su casa, y hacer una cola de siete horas. ¿Un trato digno, dicen? O es un entrenamiento para la más importante misión: la su-misión.
Afortunadamente, yo no tuve que esperar tanto el viernes en la salida de la estación del metro de Los Cortijos (donde de paso, a muy pocos metros, hay una oficina de la Onidex), gracias a unas nubes negras que amenazaban desde temprano. Y tuve mi cédula en la mano justo cuando el buhonero-funcionario decía "Búscate los plásticos ahí, pa tapá la mercancía que va a llové".
Su-misión cumplida.
A la salida del metro en Chacao hace mucho viento, quien se saca la cédula ahí sale todo despeinado.
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Qué buen análisis, no compro a los buhoneros a menos que estén en un sitio desticado para ello, no tengo nada contra ellos, me parece que no les queda más remedio que dedicarse a esto, es responsabilidad de un sistema de bobierno que no se opcupa de crear empleo formal Un abrazo, Carmen Cristina